jueves, 31 de julio de 2008

Transportados (Escena 1): El Gran Vacío

El Dr. Palmer levantó sus anteojos y restregó un poco sus ojos cansados, para poder leer la alerta que desplegaba la pantalla del computador: finalmente la versión 7.0 de Metatrón había terminado su larga tarea de instalación y el Gran Vacío se había generado con éxtito. Después de diez meses de arduo trabajo, Metatrón había pasado por varias modificaciones y gracias a los avances en la intervención de programas de Código abierto y a las intervenciones del Comité del Éxodo (CODEX, como se hacían llamar entre ellos) la experiencia era un éxito. La única diferencia entre las versiones anteriores y ésta era el nivel de vibración del sonido. Un sencillo ajuste y todo fue perfecto: ahora podían comenzar a enviar los mapas sonoros que darían paso a la nueva materialidad y comenzar a dar forma al Gran Vacío.
Todos los archivos estaban perfectamente ordenados y clasificados por categorías y era él, Erick Palmer Marai, quien había sido designado para iniciar el proceso de establecimiento del material recopilado.


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-Alexa. ¿Puedes venir de inmadiato? Metatrón finalizó el proceso… tienes que ver esto, ¡es maravilloso! Avísale al resto del Codex y ven enseguida, quiero que seas la primera en disfrutar de este espectáculo.
-¡De inmediato doctor! Voy para allá y de camino envío la convocatoria…
-De paso… ¿podrías traerme un capuccino y unas galletas de avena? El de siemre, ya sabes…
-¡Erick! ¿Estás a punto de cambiar al mundo y piensas en café y galletas? ¡Eres como un niño!
-No soy un niño, sólo tengo hambre y estoy cansado… Además, aquí ya no queda nadie que pueda servirme ni un vaso con agua… ¿Me harías el favor o no?
-Sí, si… ya voy para allá…
-Date prisa, tenemos poco tiempo para contener el vacío…

La cola para el café no era muy larga pero la gente ya había comenzado a moverse un poco lento, como aletargados. Alexa aprovechó el retraso para mirar un rato al cielo, que ahora mostraba un extraño color violeta y era surcado constantemente por pequeñas ondas como las que se forman en un lago en calma al caer algún objeto que lo perturbe…
Allá va el tiempo, pensó Alexa con su cabeza echada hacia un lado. Sólo Dios sabe cómo vamos a salir de todo esto.

Gracias a los trajes que usaban para contener la presión que ejercía la compresión del universo, los miembros del Codex podían continuar con sus labores cotidianas a un ritmo normal. Era una especie de castigo mirar al mundo acabarse en cámara lenta. Era una locura tratar de salvar aunque fuera un poco de todo esto, pero había que intentarlo.

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